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ESPAÑOLES QUEMADOS

ESPAÑOLES CASTRADOS

ESPAÑOLES CASTRADOS No es una afirmación mía la del título; me la decía de vez en cuando mi padre. Un hombre que luchó en el bando republicano y que murió cuando la actual democracia española comenzó a degenerarse y aparecieron los vicios y corrupciones atribuidas tradicionalmente a la derecha. Más de una vez repetía, entre triste y cabreado: "¿Y para esto hice yo una guerra? ¿Y para esto hice yo una guerra? Somos un pueblo cobarde, castrado".
Me pregunto lo que diría a la vista de los derroteros que está tomando este país, donde los políticos se levantan todas las mañanas no pensando en mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, sino en cómo imponer su ideología, porque pueden y porque les dejan.
Y viene esto a cuento de la actuación del individuo Carod Rovira ayer en Israel, donde dijo alto y claro que "la bandera española no es mi bandera", y en consecuencia es claro también que España no es su nación. Y Maragall le ríe la gracia. La pregunta surge sola: ¿Por qué no renuncia o se le retira la nacionalidad española? Porque no hay ...
Esta España, junto con sus gobernantes, se está quedando sin los nobles atributos que deben ponerse encima de la mesa cuando delante tenemos un enemigo peligroso.
El individuo Carod, no contento en Israel con despreciar la bandera cuyos colores aparecen en su DNI, se presta el gesto de ponerse una corona de espinas (símbolo sagrado para los cristianos) sobre su cabeza. No deja de ser una actitud de mofa hacia los creyentes cristianos. (En esto hay que reconocer que le acompañan muchos personajes de los medios de comunicación, que no tienen inconveniente en burlarse y ridiculizar una creencia religiosa). La religión cristiana, basada en el amor al prójimo no es enemigo para ellos. Esta clase de personajes, guardan sus atributos en sus portañuelas antes de hacer mofa o burla con símbolos de la religión musulmana, por ejemplo.
Y la cuestión más grave es que Carod y Maragall no están donde están sino porque les han votado. Ellos representan, supongo que con orgullo, a miles de catalanes que estarán orgullosos de ellos, supongo, por lo que hay que deducir que son astillas del mismo palo. Un servidor, de momento, no volverá a comprar ni un producto catalán, lo siento.

¿Y qué quieren que les diga? A quienes así se conducen y actúan, en mi pueblo los llaman... payasos y cobardes.

Hasta otro día.

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