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ESPAÑOLES QUEMADOS

LA ESPAÑA CASTRADA

 

                  

  La ministra de Justicia alemana dice que a España

     "no le será fácil" explicar por qué acusa de

               malversación a Puigdemont.

  • "La decisión de los jueces (sobre Puigdemont) es correcta", ha asegurado
  • El ministro de Exteriores español: las declaraciones son "desafortunadas"

07.04.2018 | actualización 13h54

RTVE.es/AGENCIAS

La ministra alemana de Justicia, Katarina Barley, ha calificado este viernes de "absolutamente correcta" la decisión del Tribunal Regional Superior (OLG) de Schleswig-Holstein en el caso del expresidente autonómico catalán Carles Puigdemont -a quien puso en libertad con medidas cautelares- y ha señalado que ahora España tendrá que explicar por qué lo acusa de malversación. "No será fácil", ha afirmado Barley en declaraciones al diario Süddeutsche Zeitung.

(Y no será fácil explicarlo cuando el ministro Montoro aseguró que ni un euro público se gastó en el referéndum ilegal. Espabilado don Cristóbal)

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Por regla general, todos guardamos un buen recuerdo de nuestro padre ya fallecido. La realidad nacional que estamos viviendo me ha traído a la memoria uno de los comentarios de mi padre: “Hijo, durante la dictadura de Franco el pueblo estaba castrado. Me temo que después de los años que estoy viviendo en la llamada democracia, sigo pensando lo mismo. ¿Para esto hice yo la guerra?”

Lo que está ocurriendo con el caso Puigdemont es lo más más parecido a un esperpento, a un mal sainete, casi una tragicomedia. El pueblo llano termina por no entender cómo no se aplica en este asunto el principio físico de “a toda acción corresponde una reacción”, mayor o menor, pero reacción. Las palabras de la ministra de Justicia, juzgando lo que no le corresponde juzgar, son recibidas por nuestro ministro de Exteriores con el calificativo de "desafortunadas". Si uno de mi pueblo estuviera en el gobierno, seguro que sería más contundente y fino a la vez. Le habría dicho: "Señora ministra, en este asunto, calladita está usted más guapa".

Lo de pertenecer a la llamada Unión Europea, tiene sus ventajas, pero también muchos inconvenientes. El concepto Unión se desdibuja en el caso Puigdemont. Hablar de la CEE tiene más sentido en sus efectos monetarios y económicos; pero creer que existe una real unión a la hora de cuestiones o conflictos jurídicos entre países miembros, es cosa de optimistas. A la vista está.

En último término, y para mí, lo más incomprensible es que un Estado, tan democrático que fue admitido como miembro de la Unión Europea, con sus poderes legislativo, judicial y ejecutivo, ahora resulta que no es país de fiar para un juzgado regional alemán, respaldado además por su Ministerio de Justicia. Esos jueces consideran que no son punibles en Alemania, por insuficiente violencia -¡toma ya!-, los actos contra la Constitución y dirigidos a independizar una parte del territorio de un Estado miembro. Seguro que el Presidente de Baviera ya puede convocar un referéndum, poner las urnas, procurar que no haya mucha violencia y votar su independencia del resto de Alemania. Todo esto repugna a la razón de un español de a pie.

Surgen, por tanto, las siguientes reflexiones:

- Si los jueces alemanes no se fían de los jueces españoles, se les debe responder con el mismo grado de confianza.

- Si la gran Alemania da por bueno que España no es fiar, ¿qué hacemos dentro de la Unión Europea?

 

Hasta otro día.

Juanma

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