SORAYA... ¡PREGONERA!
NOTICIA: (24-1-2012) "El arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, mostró ayer su disconformidad con la elección de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, como pregonera de la Semana Santa pucelana al estar casada por lo civil".
Que no, que no..., que en este país se ha perdido el sentido de la prudencia, del sentido común, de la sensatez y de la medida. Vamos a ver: Festividad de carácter religioso, católico por más señas, y soltando un pregón nada menos que en una catedral, una señora que vive en pecado mortal de acuerdo con las normas de la religión católica. Y es claro que, salvo que hable de política, lo que diga lo dice en el templo de Dios, presente y oyente Él y habladora y pecadora ella. ¡Ah, si se llamara Magdalena y no Soraya..! Menos mal que la prudencia y paciencia de Dios son infinitas... y permanecerá callado durante el pregón.
Si es que esta circunstancia es un dislate. Y es evidente que los que la eligieron (Corporación Municipal) son tan católicos consecuentes como la, supongo bautizada, señora Soraya.
Imagínense ustedes que a la Sra. Soraya la invitase el Ayuntamiento de Madrid (PP) a dar una charla en la catedral del PSOE (calle Ferraz) porque este Partido celebra algún acontecimiento propio y quieren quedar bien. ¿Iría la Sra. Soraya? ¿El Ayuntamiento de Madrid sería tan estúpido de elegirla para tal propósito?
Si es que estamos perdiendo... hasta la vergüenza. Doña Soraya, por favor, decline la invitación o, en todo caso, pregone desde el balcón del Ayuntamiento, que fue quien la eligió. Otra opción es en la plaza más importante de Valladolid, que así lo hacían los antiguos pregoneros.
¡Y qué dice el señor Arzobispo? Dice el buen señor que está disconforme -ni siquiera molesto-, que ya podía el Ayuntamiento presentarle una terna... Vamos, señor Blazquez, sea seguidor de Cristo y diga lo que debería decir: "En mi Catedral pregona la Semana Santa quien yo quiera". Más le vale, digo yo, invitar a la señora Soraya a unas torrijas de la tierra y, de paso, al convite celestial.
Hasta otro día.
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