OKUPAS..., ¡OCUPAD EL CAMPO!
De la tertulia que integramos unos cuantos amigos jubilados, y que llamamos “El frente de Vejentudes”, salen propuestas curiosas, casi todas para solucionar problemas que agobian a toda o parte de la sociedad española. Como de estas soluciones no se hacen eco casi ninguno de los medios llamados de comunicación, todo queda para la familia y a la hora de ir a votar. Sin embargo, hoy mismo, día 3 de septiembre de 2020, la Cadena Cope, en un programa de la mañana, ha abierto sus micrófonos a los afectados por el fenómeno “OKUPA”. Gente normal, trabajadora, incluso personas mayores, jubilados, ancianos que viven solos… Personas que han conseguido adquirir una o dos viviendas, para vivir y procurar una ayuda a sus ingresos para el futuro, y lo han logrado con el sudor de su frente, no con el sudor del de enfrente. Y la verdad es que escuchar sus testimonios revuelve los intestinos de quienes nos ponemos en su lugar. Pero la mayor de las desgracias es que no se estremecen las conciencias de quienes lo consienten, que son nuestros legisladores. Ya gustaría a nuestra tertulia que los okupas, o sus mafias, confeccionaran una lista de diputados, senadores, jueces y altos cargos, se hicieran con sus direcciones y empezaran a "okupar", muy poquito a poco, sus viviendas. Problema casi resuelto. De todos los pomposamente proclamados Derechos Fundamentales contemplados en nuestra Constitución, parece que el derecho a la Propiedad privada es el menos protegido. Y no pasa nada.
Como es natural, en la tertulia de la tarde ha salido el tema de los “okupas”. Uno de los amigos nos ha sorprendido: traía escrito lo que pensaba enviar a un nieto que anda metido en blogs y cosas de esas. Le he pedido una copia y permiso para leerla a mis conocidos. La trascribo:
“A grandes males, grandes remedios”. Si el trabajo es sagrado, con más motivo lo son sus frutos. Mi casa y un apartamento que tengo alquilado me han costado años de sudores, sacrificios y renuncias. Que la ley ampare más a quien se apodere por la fuerza de mis frutos, que a mí que planté y cuidé el árbol, no tiene perdón. Pero voy a proponer una forma de intentar hacer frente a los “okupas”, muchos de los cuales aducen que no tienen medios de subsistencia, urbana, se entiende. Quienes vivimos la posguerra en los pueblos supimos cómo tener cubiertas las necesidades básicas e ingeniarnos para conseguir algo más. No había casa que no criara su cerdo, sus gallinas… Nadie pedía para comer, al menos en mi pueblo. En las ciudades, sí.
¿Alguien recuerda la película “Cadena perpetua? En el despacho del alcaide aparece un pequeño cuadro que dice: “En la Biblia está la Salvación”. Y yo digo: ¡POLÍTICOS, “OKUPAS”, EN EL CAMPO ESTÁ LA SALVACIÓN! (De paso habrá menos España vacía). Propongo una alternativa al Ingreso Mínimo Vital (equivalente a un pez) por una Oportunidad Mínima Vital (caña de pescar). Aprovechando el extenso territorio y bienes de titularidad pública, consistiría en:
- Proporcionar terreno suficiente, según se trate de un solo okupa o una familia.
-Facilitar una “solución habitacional”.
- Proporcionarles simientes varias, máquinas agrícolas básicas y animales domésticos para cría y reproducción.
¡¡Y A TRABAJAR!! Se mantendría el IMV el tiempo imprescindible hasta lograr la autosuficiencia individual o familiar.
Y se acabó mi propuesta. Ahí la dejo. Y a quien no le guste, que la tire a la basura.”
La verdad es que el resto de los tertulianos aplaudimos la idea. Personalmente puse un ejemplo que viví en primera persona uno de los veranos que pasé en mi pueblo, de unos 1.700 habitantes, en La Mancha. Mi pueblo tiene un hospital a veinticinco minutos en coche, una farmacia, un consultorio médico, wifi, transporte escolar para enseñanza secundaria y bachillerato, a quince minutos, y un aceptable supermercado. Me acerqué a pasear junto al río Záncara y me encontré con un pastor con el que lié la hebra. Me contó que hacía dos años llegó por estas tierras y se enteró de que un hacendado estaba buscando un pastor para sus ovejas. Él tenía bastantes conocimientos de veterinaria, -no me dijo si por experiencia o por estudios- así que enseguida lo contrataron. Su trabajo fue a satisfacción del dueño de la finca, quien le brindó una parcela de tierra para que sembrara lo que quisiera. Me dijo que su primera siembra fue de ajos, y el año que mejor se pagaron. Nunca se había visto con tanto dinero. Terminó diciendo que su trabajo era de mucha dedicación, pero que había conseguido traer a su familia, que vivía en Ecuador, que tenía una casa, pequeña pero confortable y que disponía de un coche de gama media. El hombre parecía contento. Y me pregunto: ¿Le habría ido mejor en una gran ciudad?
Hasta otro día.
Juanma
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